Firmas

¡AVE a Logroño ya!

En el antiguo Egipto, los faraones dejaban con sus pirámides huella de su paso. Más tarde, los emperadores romanos harían lo propio con sus Arcos de Triunfo conmemorativos. En el antiguo Egipto, el sometimiento del pueblo era absoluto. En la apoteosis del Imperio, los “ciudadanos” romanos estaban en una situación de mejora relativa respecto de sus esclavos, eso no hay quien lo dude, pero igualados en el sometimiento al César. En nuestro Logroño, sendos catafalcos monumentales me recuerdan, inevitablemente, a césares y faraones: el Palacio de Congresos y la estación de Renfe, hechos con las cuentas del cuento de la lechera. Del aeropuerto de uso de “baja intensidad” algo parecido se pudiera decir.

Estos memoriales nuestros es imposible que conmemoren hazaña alguna: sólo, acaso, la victoria en la sórdida lucha de poder del cenáculo partidista. Mientras, las pymes de La Rioja, las que mantienen la vida y cohesión del cuerpo social, languidecen a la vista de un panorama más que desolador: espeluznante. Y la condición de quienes me rodean es la que es: pasivos sujetos pasivos tributarios. O sea: el mismo, o parecido, sometimiento. No faltará quien se enardezca con su promesa: ¡AVE a Logroño ya!; otro aspirante a faraoncito.

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