La Rioja

Banderas de nuestros padres

Cuenta la leyenda que la bandera de La Rioja nació en Madrid, del magín de un grupo de estudiantes, aunque haya quien sostenga que se la sacaron de la punta del porrón unos políticos locales mientras chateaban por República Argentina: a pocos extrañaría que la enseña de la comunidad española más pequeña y más vinícola hubiera surgido entre chiquito y chiquito. Y aún habría otra, con dos franjas verticales amarilla y roja, rodeadas con una bordura azul y las flores de lis amarillas, que, “si bien nunca fue adoptada oficialmente, sí tuvo cierto empleo institucional, aunque no llegó a calar entre los riojanos” (“Símbolos de España y de sus autonomías”, Juan José Sánchez Badiola).

La historia, o así la cuenta el Parlamento riojano en su web institucional, refiere que nuestro emblema oficial “se remonta a una inquietud expresada por el Colectivo Riojano en Madrid en el año 1977 y a la posterior decisión por parte de la Diputación Provincial de iniciar una consulta popular para elegir el diseño”. En la primavera de dicho año, un grupo de estudiantes en la capital había solicitado al heraldista jarrero José María Oria de Rueda un diseño con los cinco colores del escudo provincial: rojo, blanco, verde, amarillo y azul. Mientras, en junio, la Diputación abría un concurso de ideas y de las 260 propuestas recibidas se preseleccionaron once con el consejo del especialista Vicente de Cadenas y Vicent“El 6 de agosto del mismo año se celebró una Asamblea en Logroño y se procedió a seleccionar cinco modelos que fueron enviados a los Ayuntamientos y que, en su mayoría, recurrían al símbolo del Ebro y sus siete afluentes riojanos y a los colores rojo, blanco, verde y amarillo. Del 1 al 15 de septiembre se abrió el plazo para que los riojanos se pronunciaran mediante votación [encomendada a Felipe Abad León, cronista oficial de la provincia] por uno de los modelos de bandera propuestos. Pero al constituirse la Asamblea de Parlamentarios Riojanos, se aplazó la decisión sobre la bandera seleccionada”.

De aquella consulta popular, espoleada por la hostelería y la Prensa local, nada más se supo. Al parecer, entre 15.000 y 20.000 personas manifestaron sus gustos. Sí que recuerdo que la favorita era un lábaro similar al actual, con tres franjas horizontales -roja, amarilla y verde- y un triángulo blanco a la izquierda. La elección no era difícil: sus rivales parecían diseñadas para representar a Burundi o eran adefesios con ríos p’arriba y ríos p’abajo, ríos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda…

banderas
Imagen tomada de riojanosenlared.com

Ese mismo año 1977 [octubre], el Colectivo Riojano utilizó una bandera como fondo del escenario donde programaban conferencias y actuaciones relacionadas con la autonomía de la región [en el desaparecido Colegio Mayor San Juan Evangelista, el añorado Johnny]. Aquella bandera, que luego fue difundida más formalmente mediante pegatinas, constaba de los colores que más se repetían en los modelos que se habían sometido a votación”. Aquel pendón pintado con espray constaba de tres franjas horizontales con los colores del semáforo y una cuarta, vertical, de color blanco.

Ya con su disposición actual, la cuatricolor debutaría en un concierto de Carmen, Jesús e Iñaki en Huércanos, en julio del 78, aunque una peña de Arnedo se atribuye su primer enarbolado público en las fiestas de San Juan de aquel mismo año. La bandera ondeó en el I Día de La Rioja, celebrado el 8 de octubre en Nájera.

“La Comisión de Autonomía de la nueva y democrática Diputación acordó en 1979 enviar a los Ayuntamientos riojanos un cuestionario para conocer si los ciudadanos de cada municipio aceptarían mayoritariamente la bandera cuatricolor como la de La Rioja. La respuesta fue positiva y dio lugar a la aceptación institucional de la bandera por parte del Pleno de la Diputación el 15 de agosto. Con motivo de la festividad de la Virgen de Valvanera, el 15 de septiembre, se izaba por primera vez la cuatricolor en el balcón de la Diputación Regional”.

De este modo, los riojanos somos prueba palpable de que, al menos en política, ni está todo inventado ni hay nada imposible. Así que este cuento no lo daremos aún por acabado…

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